Smiljana Šunde en busca de los habitantes perdidos de Podgora

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En su obra, esta periodista de larga experiencia y editora en el Programa documetal y educativo de la Radio Croata incluyó material de archivo, diálogos con sus coterráneos, con aquellos que vivieron la época de estas migraciones, cartas, correos electrónicos… y mucho espíritu.

El pasado 28 de marzo, en la Fundación para la Emigración Croata, se pesentó el libro de Smiljana Šunde, „Bañaron el océano: En busca de los habitantes perdidos de Podgora“. La presentación estuvo a cargo del director de la Fundación para la Emigración Croata, el prof. Mijo Marić; del dr. Ivan Hrstić, del Instituto de Ciencias Sociales Ivo Pilar; del dr. Nikola Anušić, de la Facultad de Filosofía de Zagreb, y de la autora. La moderadora, Vesna Kukavica, directora de la Sección Editorial de la FEC, saludó a los presentes, ante todo a la delegada del presidente de Gobierno, Andrej Plenković, la secretaria de Estado del Ministerio de Relaciones Exteriores y Asuntos Europeos, Zdravka Bušić; a Ivana Perkušić, asesora de la Oficina central gubernamental para los croatas fuera de Croacia; al cónsul honorario de Nueva Zelanda, Nikola Jelinčić; al recientemente designado director del Instituto de Ciencias Sociales Ivo Pilar, el prof. dr. Željko Holjevac; a colaboradores de la FEC y representantes de los medios. La presentación de la obra de vida de la autora fue posterior al estreno del año pasado en su Podgora natal.

El director de la FEC, Mijo Marić, se dirigió a los presentes y destacó que determinados territorios están más depoblados que otros, y de algunos lugares emigró más gente de la que se quedó. La autora coloca en perspectiva a los emigrantes de Podgora en relación con las migraciones de la Europa mediterránea en general, concentrándose en los puntos de partida desde las regiones croatas, especialmente Dalmacia, y luego el litoral de Makarska. El libro está ilustrado con fotos documentadas, y cuenta con un glosario del dialecto de Podgora, y su traducción al inglés, incluyendo el sintagma del título del libro „Batili su ocean“ – frase con la que los oriundos de Podgora definían su sufrida navegación y el trabajo en sus destinos transoceánicos, concluye Marić, antes de dar la palabra a los promotores.

Los presentadores nos dieron a conocer que más de 15 mil habitantes de Podgora viven actuamente en los países transoceánicos, especialmente en Nueva Zelanda, en su mayoría en Auckland. Esta cifra coloca a Podgora entre uno de los lugares de nuestro país que sufrió la mayor emigración, junto con la isla de Susak y Blato, en Korčula, desde donde se partía a Sydney, California y San Diego. Durante los periodos que la autora acompaña, entre fines del siglo XIX y los años sesenta del siglo XX, emigraron un total de 1283 personas, de las que regresaron 246. Debido a que, en su mayoría, no contaban con educación formal, los esperaban trabajos físicos demandantes, desde la extracción de goma de kauri hasta la disecación de pantanos, y en EE.UU. y Australia, el trabajo en las minas, o la tala de bosques en Canadá.

En Podgora no hay familia de la que algún familiar no haya emigrado. El abuelo de Smiljana Šunde debió decir adiós a cuatro hijos, dos nueras, una hija y tres nietos, a los que nunca más vio ni escuchó de ellos. El camino hasta la isla descubrierta en el siglo XVII por el holandés Abel Tasman era caro y largo. El viaje en barco de carga duraba de dos a tres meses, y en barco de pasajeros, un mes y medio. La diferencia horaria entre Croacia y Nueva Zelanda es de 12 horas, y ambos países se encuentran dieciocho mil kilómetros de distancia.

Los primeros croatas llegaron allí en 1868. La mayoría de ellos eran de Podgora, que en aquel entonces tenía 1800 habitantes. Se empleaban como extractores de goma de kauri, resina del pino neozelandés, y prueba de ello es el monumento al cavador de Dalmacia, en la ciudad de Dargaville.

Los dálmatas enseñaron a los habitantes de Nueva Zelanda a pescar desde los barcos. La mayoría de las pescaderías en los años ’60 y ’70 pertenecían a croatas. De los siete fundadores de la industria pesquera de Nueva Zelanda, cinco eran croatas de Podgora. Entre 1947 y 1949, el gobierno socialista envió a los barcos „Partizanka“ y „Radnik“ a buscar a sus emigrantes, esperando probablemente que con ellos vendrían también los dólares. Pero regresaron en general aquellos que no habían logrado ahorrar nada o no obtuvieron algún beneficio en dinero. La forma en la que Yugoeslavia premió a los retornados podría ser material para un nuevo libro, y otro sobre aquellas mujeres que se habían comprometido y que, después de un largo camino, verían a sus prometidos por primera vez. El tema más doloroso de esta saga emigrante, según palabras de la autora, es la emigración de los niños. Para los nuevos matrimonios de sus padres ellos pasaban a ser una carga, por lo que se los enviaba a lo desconocido – sin excepción.

En el quinto libro de Smiljana Šunde, periodista de larga experiencia y editora en el Programa documetal y educativo de la Radio Croata, en más de 800 páginas editadas por ella misma, incluyó material de archivo, diálogos con sus coterráneos, con aquellos que vivieron la época de estas migraciones, cartas, correos electrónicos… y mucho espíritu.

Texto: Diana Šimurina -Šoufek; Fotos: Snježana Radoš

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