Donación de los Portadores del la Cruz de Vancouver, a Zagreb

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Mateo es miembro activo de la Parroquia católica croata del Santísimo Corazón de María, en Vancouver. La Cruz fue cargada por su familia desde hace seis generaciones, tanto por parte de su padre como de su madre.  Este joven inició la campaña humanitaria para la renovación de Zagreb, afectada por el terremoto, y la ayuda financiera a la Casa de Santa Teresa del Niño Jesús para niños desamparados.

 

La pandemia de coronavirus quebró las bolsas de comercio mundiales a principios de abril, colocando a la humanidad en cuarentena. A mediados de abril, hasta último momento no se sabía si el coronavirus detendría también la procesión tradicional Za križen, en la isla de Hvar. La fraternidad de Jelsa, que se ocupa de la organización, tramitó el permiso en el Instituto Croata de Salud Pública para que se pudiera llevar a cabo excepcionalmente esa devoción de la Pasión, que se realiza ininterrumpidamente desde hace cinco siglos, ya que en la isla no había contagiados.

A través de su larga historia, la procesión pasó por diferentes pruebas, como cuando la redujeron los fascistas italianos en 1943; o cuando, mientras en 1944 se llevó a cabo en el campo de refugiados de El Shatt, debido a la ocupación alemana. Durante la crisis sanitaria de 2020, nunca vista hasta ahora, la condición fue que, en cada una de las seis procesiones, participara un máximo de quince personas, ateniéndose estrictamente a las medidas epidemiológicas. De esta manera, los habitantes seleccionados de Hvar tuvieron el honor de caminar por los caminos de sus ancestros, precedidos por aquellos que cargaron la Cruz, entre ellos Roman Radonić, Prošper Grgičević, Andro Balić, Dinko Damjanić, y el emigrante de Canadá, Matteo Bratanić.

Las oraciones a cielo abierto en el corazón del Mediterráneo se dedicaron a la salud de toda la humanidad, mientras que las acompañaban virtualmente cientos de miles de personas a través de las redes sociales.

La procesión de Hvar Za Križen es una manifestación única de la Pasión, que se lleva a cabo desde 1658 en la noche del Jueves Santo al Viernes Santo. La conforman seis procesiones que parten al mismo tiempo desde varios lugares de Hvar: Vrbanj, Vrboska, Jelsa, Pitve, Vrisnik y Svirče. En el Camino al Calvario, los participantes de las diferentes preposiciones no se encuentran en el camino. Se parte en el sentido de las agujas del reloj, y termina en la parroquia inicial. La procesión de la Pasión está inmersa en una forma de diálogo musical que interpretan músicos locales, según la obra Gospin plač (El llanto de Nuestra Señora), del cancionero de Osor Hvar, de 1533, una de las fuentes de la herencia poética del dialecto čakavski.

El mayor honor de la procesión lo tiene aquel que carga la Cruz, el personaje central que, descalzo, lleva una Cruz de 18 kilos en un camino de 25 km de largo.

Aunque nacido fuera del espacio cultural croata, la participación del estudiante Matteo Bratanić, de Vancouver, lo descubre como un joven urbano con una madura tradición espiritual y patrmonio de la nación croata.

Nacido en una sociedad que beneficia el desarrollo de la comunidad croata y su cultura específica, Matteo es un hijo admirable de la patria. La comunidad croata de Canadá, que cuenta actualmente con poco más de 110000 croatas y sus descendientes, es el mejor ejemplo de protección de la identidad en un medio multiétnico, de todas las comunidades de emigración en cuarenta países del mundo.

Matteo Bratanić nació el 7 de enero de 1999 en Vancouver, en la familia de Tonči Bratanić y Filka Milevčić. Es estudiante de tercer año de Biología, y planea continuar los estudios de Medicina, con lo que continuaría con la tradición familiar, según su madre Filka. Hace veinte años su abuelo, ahora fallecido, lo había inscripto para que llevara la Cruz. Matteo es miembro de la sexta generación de cargadores de la Cruz en la familia, desde comienzos del siglo XIX. La Cruz fue llevada por sus bisabuelos, sus abuelos por parte de padre en Vrbanj, y por parte de madre en Jelsa, incluyendo a su padre.

Mateo es miembro activo de la Parroquia católica croata del Santísimo Corazón de María, en Vancouver, y cuando puede, regresa a la patria de sus padres. Matteo inició la campaña humanitaria para la renovación de Zagreb, afectada por el terremoto, y la ayuda financiera a la Casa de Santa Teresa del Niño Jesús para niños desamparados, cuyo hogar también fue dañado. Además de la admiración por Matteo, que renunció al regalo del tradicional Obid od Križa, expresamos nuestra gratitud a su familia, y a los habitantes de Hvar que donaron 100 mil kunas a la ciudad de Zagreb, destinadas al saneamiento de las consecuencias del terremoto.

Texto: Vesna Kukavica

 

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