Anita y Josipa Batistić, oriundas de Korčula y miembros del club croata de los Hermanos Radić, de Sydney, reunieron ayuda humanitaria y la transportaron hacia Malua Bay, en donde también se encuentra una comunidad croata.
Anita y Josipa Batistić, oriundas de Korčula, son miembros del club croata de los Hermanos Radić, de Sydney, en el que reunieron donaciones y las transportaron hasta Malua Bay, donde también existe una comunidad croata.
Australia se encuentra desde hace semanas afectada por incendios que arrasan el continente, dejando tras de sí solamente desierto y muerte. Decenas de personas y cientos de millones de animales han muerto en tierra quemada. No se sabe cuándo terminará este cataclisma, pero para fin de semana se anuncia una nueva ola de calor. En estas condiciones, cientos de miles de presonas huyen o son evacuadas. Sin embargo, dos mujeres decidieron ir hacia el fuego para ayudar a los más damnificados.
Oriundas de Žrnovo, Korčula, Anita y Josipa Batistić son miembros del Club croata de los hermanos Radić, en Sydney. En dicha comunidad organizaron una colecta de los elementos más indispensables, y durante horas viajaron en su auto a través de la oscuridad y el fuego para llegar hasta los más necesitados.
„Ahora vivo en Sydney, pero pasé toda mi infancia y mi edad escolar en Malua Bay. Allí está mi padre, mis sobrinos, allí vivía mi hermano. Mi padre ayudó a construir el club croata de la ciudad. Estoy muy unida a eses lugar. En las cercanías de Malua está Batemans Bay, uno de los territorios más afectados. Tenía que ir a ayudarles. Antes del fin de semana, les dije a los miembros del club croata que iba a ir a Malua, a lo de mi padre, ni bien se abrieran los caminos. „Voy a ir con una camioneta grande, con remolque, y voy a viajar con mi amiga Josipa“. Les pedí que donaran lo que estuviera a su alcance. Comida, leche, elementos de higiene personal, agua, pañales, lo que fuera. Durante todo el fin de semana llegaban personas con donaciones“ dijo Anita Batistić para el diario 24 sata.
Las amigas partieron el lunes por la mañana. Al recorrer un tercio del camino – dice Anita – sentimos el olor a incendio, todo estaba quemado. En Batemans Bay no había electricidad. Su padre, de 83 años de edad, vivió una semana sin luz. Los negocios estaban desiertos.
„Después de cuatro horas y media de manejo, llegaron a Malua Bay y allí dejamos lo que habíamos traído. Desde papel higiénico hasta comida para bebés. La gente salía, lloraba, nos abrazaba. Algunos intentaron darnos dinero. Llegamos primeras. Después de nosotras, empezaron a llegar los demás. Como tampoco allí había electricidad, la gente no podía cargar sus teléfonos móviles. La noticia de nuestra llegada pasó de boca en boca, lloraban cuando vieron que les traíamos ayuda. Más de la mitad de Malua Bay deberá esperar por lo menos una semana para volver a tener electgricidad, ya que la central de su zona está completamente incendiada. Lo que más necesitan son generadores“, dijo Anita.
Ambos lugares viven del turismo, y ahora se han vuelto ciudades fantasma. La dimensión de la catástrofe es impensable para el que se se encuentra en el lugar. El humo de los incendios llegó hasta Sudamérica, y la región es un apocalipsis.
„En North Rosedale hay una calle en la que todas las casas se han incendiado. Cuando pasábamos por allí, la policía la había cerrado y no sabíamos por qué. Más tarde supimos que las casas de aquella calle estaban llenas de cadáveres. La policía y el ejército constantemente patrullaban la zona. La gente intentaba salvar sus pertenencias. Mi padre perdió a un amigo, que intentaba proteger su casa del fuego. Un conocido de él apenas sobrevivió. Pasó toda la noche en la casa, pero tuvo que desistir. Mojó las frazadas en agua, se acostó en el suelo y se cubrió con ellas. Su esposa lo encontró a la mañana siguiente, estaba dormido. No solo la gente fue víctima de los incendios, miles de animales han muerto. Vimos un canguro incinerado. No soy capaz de describirlo“, contaron las mujeres.
Sin embargo, no solo Anita y Josipa son gente de buena voluntad y dispuestas al trabajo humanitario. Nos cuentan de un hombre que tiene una farmacia en Malua Bay. Dicen que trabaja durante la noche y pide prestado un generador durante varias horas de la noche para poder mantener los medicamentos a la temperatura adecuada. No recibe dinero y entrega los remedios confiando en su pago cuando la situación mejore.
Estos pequeños gestos significan mucho en condiciones que amenazan con ser peores. El domingo llovió, pero eso indica apenas un pequeño alivio que los bomberos aprovechan para reducir por lo menos la tormenta de fuego. Ya han anunciado una nueva ola de calor. Hasta ahora han muerto veinticuatro personas y millones de animales. El treinta por ciento de la población de los koalas, ya en vías de extinción, ha desaparecido en el fuego. Los incendios amenazan en todos los territorios y estados australianos, en un desastre natural que no parece detenerse, y en el que ya se han incendiado cerca de cinco millones de hectáreas.
(https://net.hr/danas/svijet/dvije-hrvatice-su-australske-spasiteljice-pet-sati-se-probijale-kroz-vatrenu-stihiju-da-donesu-potrepstine-najugrozenijima/)