Los dálmatas en las islas chilenas de Navarino y Lennox

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Los primeros en llegar hasta el lejano sur fueron los hermanos Paravić y Petar Zambelić en 1878, acompañados luego por numerosos dálmatas, en su mayoría provenientes de la isla de Brač, pero también de Mimice y de los alrededores de Omiš

El punto más austral al que llegaron los croatas, preseguidos durante siglos por la pobreza, el hambre y la desesperación, fueron las islas Navarino y Lennox, que forman parte del círculo antártico de Chile. Se trata de zonas inhóspitas a las que se llega saliendo, por ejemplo, de Punta Arenas, en treinta horas de navegación. Si trazamos una línea, estas islas están ubicadas a catorce mil kilómetros de Split.
Hace 140 años, los croatas llegaron allí atravesando decenas de miles de kilómetros, frecuentemente en barcos a vapor. El viaje desde Brač, desde donde salió la mayoría hacia las islas chilenas de Lennox y Navarino, no lejos del Cabo de Hornos, duraba varios meses y era muy sacrificado. Frecuentemente ocurría alguna muerte en el viaje hacia Sudamérica.

La motivación era la búsqueda de oro, aunque básicamente era el hambre. La fiebre del oro inquietó al mundo a fines del siglo XIX, lo que debe haber afectado también a los humildes habitantes de Brač y a otros dálmatas que pasaban épocas de escasez, que atravesaron medio mundo en barcos a vapor, desde sus tierras agrestes hasta Sudamérica para pasar el resto de sus vidas con sus pies mojados en la costa del océano, buscando pepitas de oro con la ayuda de sus tamices. Nunca se volvieron ricos, pero obtuvieron lo que en casa no tenían: una comida digna…
En honor a estas personas tan sacrificadas, que deseaban dar a sus hijos una vida digna aunque fuera en el extranjero, la directora de la Fundación para la Emigración Croata filial Split, Branka Bezić Filipović, con motivo del 140° aniversario de la llegada de los croatas al cinturón antártico chileno, propuso la colocación de una placa, para lo que recibió el apoyo de Blaženko Boban, gobernador de Split-Dalmacia, lo que dio origen a una pequeña misión temática a la que la directora de la FEC filial Split partió acompañada del presidente del consejo deliberante, Petroslav Sapunar.

– Admiro profundamente a esa gente, a nuestros antepasados, tan valientes y persistentes. Hace tres años, en mi visita a Chile en ocasión del centenario de la asociación croata de Punta Arenas, me di cuenta de la importancia de colocar esta placa. Durante aquel viaje, en compañía de personal de la Marina chilena (de otra forma no es posible hacerlo) llegué hasta Lennox y vi una placa de 1978 en la que, en el espíritu de las circunstancias políticas de aquel entonces, figuraba que los primeros en llegar habían sido yugoeslavos. Consideré, entonces, que se debía corregir esa parte ya que las personas en cuestión eran croatas, dálmatas, en su mayoría de Brač y de otros lugares más pequeños – aclaró Bezić Filipović, satisfecha por el hecho de que el gobernador reconoció la importancia de aclarar el malentendido.

El contexto histórico de la llegada de los primeros croatas a aquellas islas al sur de Tierra del Fuego – donde ya no hay ni oro ni habitantes, debido al riguroso clima – también es interesante.
A fines del siglo XIX, cuando vivían allí los Yámanas, el gobierno chileno otorgó la concesión para la explotación de carbón y oro, y el desarrollo del ganado. La isla Picton fue otorgada a Thomas Bridges, un inglés que fundó la ciudad de Ushuaia. La isla Nueva fue otorgada a Ante Miličić, de Hvar, y la isla Lennox, a Stipe Lončarić. En aquel entonces, también Ivo Borić buscaba oro, por quien el arroyo Boric recibió su nombre. Borić fue uno de los quinientos croatas que, durante el breve lapso desde diciembre de 1891 hasta febrero de 1892, encontró junto con los demás un total de 115 kg de oro. Durante dos años, desde 1891 hasta 1893, en las islas chilenas de Picton, Nueva, Lennox y Navarino, se recolectaron una tonelada y media de pepitas de oro. La noticia se extendió rápidamente, razón por la cual se registró una ola masiva de llegadas de dálmatas al sur de Chile.
Los primeros en llegar a esta zona tan austral fueron los hermanos Paravić y Petar Zambelić en 1878, acompañados luego por numerosos dálmatas, en su mayoría de la isla de Brač, y también de Mimice y de los alrededores de Omiš.
– En aquellos tiempos, el gobierno chileno otorgaba beneficios a aquellos que tenían la intención de ir a vivir a aquellos territorios. El que se inscribía como colono, recibía tierras por poco dinero, material de construcción y ganado, con pagos a tres años. En 1884, el gobierno imprimió folletos en los que, además de los beneficios, se incluían las ventajas de la vida en la Patagonia. Además del oro y del carbón de leña, se destacaba que no había enfermedades epidémicas, que el clima era muy bueno y adecuado para el cultivo de verdura. Esto último era exagerado, ya que el mismo Charles Darwin, al atravesar estos territorios, se preguntaba cómo era posible que alguien cambiara las regiones del norte por terrenos tan inhóspitos – dice Branka Bezić Filipović, quien destaca que, en aquellas partes del sur de Chile, los inviernos son largos y fríos, y los veranos cortos, parecidos a los inviernos de Split, con mucho viento.

– Sin embargo, hasta comienzos del siglo XX, en aquellos lugares tan inhóspitos la población aumentó en un 15%, un tercio de la cual eran extranjeros, treinta por ciento de ellos, croatas. El correr del tiempo demostró que los hijos de los croatas fueron el mejor regalo para su nueva patria, ya que muchos de ellos llegaron a ser exitosos y con un alto nivel de educación – dijo nuestra interlocutora e iniciadora de la colocación de la placa en el museo de la isla de Navarino, y autora de numerosas publicaciones cuyo tema es Croacia y nuestras raíces en el mundo, quien concluyó:
– Ya se trate de buscar oro en el agua o en el viento, ya se trate de ganado, pesca o navegación por mares intrépidos, la barrera idiomática, el constante mal tiempo, nuestra gente atravesó todos los obstáculos. No tuvieron tiempo de quejarse, ya que luchaban por su vida y la de su familia. En tiempos de comunicación difícil, los unían con su patria los nombres de sus propios hijos, heredados de sus abuelos. Al menos, merecían una placa en su honor – dijo la directora de la Fundación para la Emigración Croata, filial Split.
Observamos que en la isla Navarino, algunas de las localidades llevan nombre croata, como el Puerto Beban y la bahía Caleta Beban, en honor a Fortunato Beban (nacido en 1851), llegado de Zlarin en el siglo XIX. Beban era amigo de Petar Zambelić. Juntos navegaron hasta el Cabo de Hornos y comerciaron con los indios Yamaníes que vivían en aquellos territorios.
La navegación en aquella zona no era fácil, pero Beban sabía manejarse en condiciones de vientos y tormentas. Fue él quien creó la forma de navegar en la zona de salida del Canal Brecknock, donde frecuentemente ocurrían naufragios. Sus indicaciones se transmitieron oralmente y salvaron muchas vidas, por lo que, coloquialmente, el lugar recibió el nombre de Paso Beban.
(Slobodna Dalmacija)

Texto: Lenka Gospodnetić

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