Ana Bedrina habló sobre los comienzos en el mundo del arte y el desarrollo de la autora, y el pintor profesional Igor Gustini presentó sus obras y su técnica.
En la filial Pula de la Fundación para la Emigración Croata, ante la presencia de numerosos emigrantes de diferentes regiones, el pasado 1 de julio se inauguró la exposición de obras de Alanna Marohnic de Canadá, por parte del padre de los alrededores de Rijeka. Ana Bedrina habló sobre su interesante biografía y sus comienzos en cuanto al ingreso al mundo del arte. Sus obras y la técnica utilizada fueron presentados por el pintor italiano-croata Igor Gustini.
Su campo de trabajo es la ilustración, con un fuerte componente surrealista. En algunos momentos, sus composiciones alcanzan impresionantes habilidades de dibujo con una fuerte connotación dramática, con una agilidad de cuento. Cada obra „esconde“ una o más historias que no se pueden detectar a simple vista, por lo que los observadores deben esforzarse en encontrarlas y seguir el hilo vistual compuesto de trazos y colores fuertes, frecuentemente con elementos que se entretejen entre sí y completan la superficie pictórica en una composición equilibrada completa. Alanna Marohnic es una autora especial, consecuente y reconocida por su trabajo. En cada una de sus obras descubrimos parte de su mundo secreto, dijo Igor Gustini durante la inauguración.
La exposición, además del placer de observar, posibilitó la reunión de todos los emigrantes llegados a comienzos de julio a Pula e Istria.
La autora de la exposición, Alanna Marohnic, nació en Canadá en el seno de una familia de artistas, donde ella misma comenzó a pintar siendo niña. Por parte de padre, Alanna tiene raíces croatas, por lo que su familia pasaba temporadas en Croacia. Su madre, canadiense, era una artista conocida y valorada. En nuestro país presentó numerosas exposiciones y reuniones combinadas con música, ya que también se dedicaba a ella. Su madre fue su primera maestra y consejera en cuanto a la pintura. En su atelier aprendió que algunas cosas pueden lograrse solamente con trabajo duro, paciente y constante.
Sin la paciencia de su madre, dice Alanna, difícilmente podría tener fuerzas para continuar con su trabajo, que muchas veces era muy exigente, pero finalmente traía gran satisfacción. En este entorno y en la libertad del aprendizaje de la pintura, le fue muy difícil cursar sus estudios secundarios en la Escuela de Artes Aplicadas.
Ya a mis diecisiete años -dice-, sentí que quería dedicar mi vida a la pintura. Sentí entonces un gran alivio. Más tarde conocí a mi marido Ivan, un músico canadiense, que entendió mi mundo y se transformó en mi apoyo constante.
Con estas bases sólidas y una cantidad enorme de autodisciplina y confianza en sí misma, Alanna logró mucho. Sus cuadros se venden en todo el mundo, lo que le genera una gran satisfacción y la alienta a seguir con entusiasmo.
Cuando la mente, el alma, la mano y el pincel de la Sra. Alanna tocan el papel, el resultado es espiritual: una belleza indescriptible. Estamos agradecidos y emocionados por la abstracción creada y la espiritualidad tangible. A través de la sugestión de Alanna, nuestra percepción se transforma, pasando desde el realismo mágico hasta el místico, escribió Scot Kyle bajo el título Terrible Beauty.
Texto: Ana Bedrina