Retornado de Francia, Ivan Talaja, de 82 años de edad, se arremangó y, con sus propias manos y su propio dinero, construyó iuna calle de acceso a su pueblo natal Talaji, en Slivno, Imotski, después de haber sido rechazado por el municipio y por el condado.
Retornado de Francia, Ivan Talaja, de 82 años de edad, no pretendía mucho: solo un acceso normal hacia su pueblo. Después de haberlo ignorado tanto el municipio como el condado, se arremangó y, con sus propias manos, y su propio dinero, construyó una calle. No hay pueblo sin camino, y el poblado Talaji, en Slivno, Imotski, no contaba con un camino adecuado. Hasta que Talaja, con pala en mano, comenzó a construirlo.
„Todo lo hice yo mismo. Cada día cinco, una, dos horas…“, dice el retornado, que solo deseaba un camino adecuado hasta su lugar natal. Buscó primero ayuda del director del municipio Runovići.
„Él rechazó mi pedido, y en el condado se hicieron los desententidos. Dijeron que este es un camino local, que no hay dinero“, dijo Ivan para la cadena RTL.
Tampoco ayudaron los vecinos, que viven en las ciudades y visitan su lugar natal durante los fines de semana, por lo que no le quedó otra solución que luchar solo contra las rocas afiladas de la región dálmata.
Durante diez años, Talaja abrió el camino. A veces durante una, dos horas. Hoy, como recuerdo de su intervención, han quedado el asfalto negro y la maquinaria pesada. Cuando las autoridades no tienen recursos, aparece gente como Ivan, quien invirtió más de 45000 euros propios en la construcción de 500 m de calle, señales de tránsito y planificación. Pero algunas cosas valen más que el dinero.
„Cumplí todos mis sueños. Puedo morir mañana y no me da pena“, dice.
Ivan Talaja, viudo, tiene tres hijas que viven en Francia. La más joven, Anita, está muy orgullosa de su padre. „Estoy orgullosa. Hizo un gran esfuerzo y me alegra que su obra pase a la posteridad“, dice.
Ivan tiene todavía muchos planes. Arreglará la calle para que se transforme en la belleza de la región de Imotski.
(Fenix Magazin)